Archivo de Ciencia Ficción

Posted in Uncategorized with tags , , , , , , , , on noviembre 24, 2013 by deepfocusmagazine

Doctor Who, un diminuto repaso I

Aunque Doctor Who en estos días celebra su quincuagésimo aniversario, no está de más detenerse y…

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Para los amantes de The Matrix y las Mac

Posted in Animación, Animación 3D, Ciencia Ficción, Cine, Computer animation, Linux with tags , , , , , on septiembre 19, 2010 by deepfocusmagazine

College Humor es uno de los sitios de video más interesantes que ha despachado internet, ya que los videos subidos al portal, además de parodias algunas muy bien hechas, tienden a ser bastante espontáneas y a contracorriente de lo que se consideran contenidos favoritos tanto en internet como los medios masivos, por no hablar de aquellas páginas con lugares comunes fáciles de identificar.

A continuación, uno de los videos más populares trabajados en College Humor, con más de 5,693,522 reproducciones en su haber: ¿qué pasaría si The Matrix hubiese corrido en una plataforma Windows XP, en lugar del paraíso hacker donde se desarrolla el relato?

Ojalá sea de su agrado.

J. G. Ballard, descanse en paz, revolucionario y gran provocador

Posted in Autores, Ciencia Ficción, Literatura with tags , , , on abril 19, 2009 by deepfocusmagazine

J. G. Ballard murió hoy, 19 de abril, a los 78 años. Aunque fue el célebre creador de Crash, cuya adaptación por David Cronenberg dio de qué hablar durante años y hasta la fecha se mantiene como una de las películas más controvertidas del cineasta, también es cierto que de entre su abundante obra, Ballard escribió muchos cuentos y novelas redondamente malos y hasta fastidiosos.

No obstante, Ballard es de los pocos nombres que lograron elevar a la ciencia ficción del estatuto de literatura de evasión, sin compromiso y exclusivo entretenimiento, hacia el nivel de la reflexión y análisis que ahora maneja con holgura. Vaya, entre Ballard y Michael Moorcock se gestó el nacimiento de toda una escuela que hasta la fecha es responsable de lo que se entiende por ciencia ficción.

Probablemente no se haya dado otro visionario tan lúcido como él, si se considera que fue el único autor de su tiempo en haber predicho el ascenso de Ronald Reagan a la silla presidencial.

Pero es entonces cuando un lector medianamente interesado en la temática se preguntará, ¿qué generación? ¿Qué época? ¿Hubo algún tipo de ciencia ficción, con su antes y después?

Sí, sí lo hubo. Fue la generación del New Wave en la ciencia ficción, cuya longitud abarca los años de posguerra hasta finales de los años 70, para luego dar nacimiento a los creadores del movimiento cyberpunk.

La lista de creadores de ese entonces es kilométrica. Pero ya se antoja empezar a darle un espacio a estos prodigiosos monstruos que transformaron la literatura en aquél entonces y, pese a que ya están pegándole a una antigüedad de 50 años, siguen adaptándose tanto a cine como televisión, como si se tratase de las ideas más jóvenes y frescas que haya concebido nadie.

Baste decir por el momento, tan sólo para señalar la importancia del New Wave, Philip K. Dick figura entre los más relevantes de aquella época.

Bernard Quatermass: el invento del monstruo universal II

Posted in Autores, BBC, Bernard Quatermass, Ciencia Ficción, Nigel Kneale, Quatermass Experiment, TV with tags , , , , , , on octubre 19, 2008 by deepfocusmagazine
A selection of Kneale's material available on DVD.

Obra de Nigel Kneale

(Imagen vía Wikipedia)

Por una parte, en efecto, el fantasma de la Guerra, tecnologías de aquel entonces, la expectativa de viajes espaciales, se antojaban terriblemente complejas y peligrosas; por otra, su elaboración a través de nuevos medios culturales como cine, radio y la recién nacida televisión, dejó ver qué tipo de tratamiento formuló cada sociedad anglosajona, en términos de su capacidad para asimilar el cambio del que no sólo eran protagonistas, sino responsables directos.

Mientras para Estados Unidos se abría la posibilidad de jugar con un concepto no del todo claro, pues en su literatura apenas figuraba como una temática que ya hubiese trascendido para su sociedad, otro tanto sucedía en cine y televisión: los argumentos de la ciencia ficción estaban relegados a la esfera del género infantil en TV y radio, al pulp en medios impresos y a producciones B en cine.

Las representaciones gráficas del pulp

Las representaciones gráficas del pulp

Dicho de otro modo, productos y expresiones de baja calidad, minimizados en importancia, atractivos para un muy pequeño grupo de autores, dirigidos a un consumo masivo, aparentemente sin compromiso estético de la menor especie.

Por otro lado, el tratamiento de las narraciones, sin importar fascinación y horror ante lo desconocido, se encontraban limitadas por representaciones de figuras heroicas contra amenazas del más allá; adaptaciones de relatos western en escenarios de ciencia ficción, en los que gunslingers y cowboys se sustituyeron por astronautas, así como el espacio exterior asumió el valor de una nueva frontera por colonizar.

Es justo en ese punto donde radica el genio de Nigel Kneale. En lugar de plantear un relato arbitrario, delineado con clichés de un sub género para adaptarlo a otro todavía en pañales, elige la ruta menos cómoda y elaborada: estructurar una narración compleja a partir de personajes que todos interactúan a coro, tal cual pasaría en una tragedia griega; cada uno posee profundidad, además de estar absorbido en dilemas morales. Asimismo, el protagonismo no se concentra sólo en la persona del personaje titular, también aparecen involucrados milicia y gobierno con sus respectivos representantes. En otras palabras, una puesta en escena a gran escala.

La llegada

La llegada del agente del caos...

A su vez, un giro que no se había dado en décadas con la precisión que Kneale consiguió. Desde una perspectiva opuesta a la de Mary Shelley con Frankenstein —pues con ella se decide que el resultado de la ciencia es el horror, porque desafía el orden de lo natural—, Kneale planteó hacer frente al horror a través de la ciencia, porque la naturaleza es parte de un descubrimiento continuo, sin volcarse a una forma de positivismo ciego.

Escena de Johnny Jupiter

Escena de Johnny Jupiter

Prácticamente sin proponérselo, Kneale sentó las bases de una diferencia mayúscula en la literatura de géneros instrumentada por los medios masivos: por un lado la ciencia ficción —gobernada casi en su totalidad por los recursos y entusiasmo de Estados Unidos—, elucubrando los efectos de la ciencia en términos de su puesta en práctica en condiciones sociales; por otro, la ficción especulativa, menos ocupada en las posibilidades que en escenarios con problemáticas ya montadas, donde la historia prácticamente arranca con el conflicto de por medio, además de incorporar —en calidad de contrato con la sociedad— valores cien por ciento estéticos.

Así, la fantasía televisada de un científico participando en la competencia por la conquista del espacio —16 años antes de materializarse en la vida real—, no sólo se antojaba posible, sino el sueño anhelado que podría poner las cartas sobre la mesa y con ello elevar de nuevo a Inglaterra.

II) Frankenstein no era el monstruo, sino el científico.

El personaje de Quatermass, entre otras cosas, es un coctel de ambigüedades; aunque se muestra decidido, en realidad está plagado por preocupaciones, que van desde la seguridad de los miembros del equipo con que trabaja, implicaciones éticas y morales de forzar el resultado de una investigación, años antes de contar con resultados confiables, hasta las posibles repercursiones en la población de la Tierra, por un error de diseño de su nave. De hecho, en las tres narraciones clásicas, Quatermass está gobernado permanentemente por la duda.

Aquí, a diferencia de muchos relatos de entonces, el accidente, en lugar de ser un fenómeno fortuito, es parte integral del personaje y, por las mismas razones, el núcleo del relato.

Este pequeño detalle marca una diferencia astronómica entre los personajes de la ciencia ficción de entonces, incluso de otros “sub-géneros” (policíaco, horror, incluida la novela rosa): contrario al proceso de reconstrucción que solía darse en todo evento difícil o desconocido, para el que se pedía la asistencia de un experto, mismo que se portaba con aplomo y pleno dominio de la situación, sin importar que los hechos fueran por demás descabellados.

Hay una forma de involucramiento, tanto personal como psicológica, que enturbia la pureza de la investigación y desde la que se perfilará toda la forma de la narración.

La incógnita, cualquiera que fuese, invariablemente sería enfrentada y resuelta por un agente del orden, capaz de lidiar contra semejante cantidad de caos. En ningún momento fue así con Quatermass.

El sello que le impuso Kneale fue más bien el de un investigador hermenéutico, arrojándose a la interpretación de los datos conforme estos aparecían, en espera de que sus conclusiones resultasen apropiadas para dar el siguiente paso. Paradójicamente, este margen de duda resultó ser ampliamente funcional para propósitos de producción, pues por medio de este recurso narrativo, extendía también el interés de radio escuchas y televidentes de capítulo en capítulo, a medida que la duda de la entrega anterior era resuelta o más esclarecida en la siguiente.

Mientras el hecho de encontrar un personaje, bastante parecido a un hombre común enfrentando lo incierto, ya resultaba verosímil y confiable, otro tanto se añadió con un segundo factor humano que, incluso hoy, señala la presencia de Quatermas como una de las series de ciencia ficción más sobrias jamás emprendidas: el científico está en el apogeo de su carrera, pero después de mucho tiempo de trabajo.

Es un hombre de mediana edad, entre los 50 y 60 años; aparenta un ligero descuido en su persona, aunque se reserva cierto toque de sobriedad y buen gusto al que no da importancia. No se trata aquí del científico entre los 20 y 35 años, ya con un descubrimiento espectacular; incluso, joven genio de excelente apariencia física.

Con ese personaje y escenario, el ensayo da inicio.

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