Aunque las autoreferencias por sí solas son bastante malas, reproduzco el siguiente artículo publicado en mi columna Talión Digital, el 4 de mayo en el diario Síntesis, a escasos días de la contingencia en México.
Esto lo hago por dos razones: el comentario a la entrada previa «Virus«, así como de quien vino, una de mis estudiantes, quien en estos momentos se recupera de la infección causada por el virus AH1N1. Gracias por escribir y mis mejores deseos para una pronta recuperación.
Tras el fenómeno que representó el brote de influenza en México, no se hicieron esperar manifestaciones de males aun más endémicos que la aparición del virus AH1N1: 1) la población general no sabía qué es un virus ni las repercusiones ligadas a la existencia de uno solo. 2) Ante el desconocimiento, se hizo frente con dos formas de discurso hiper sobadas que subrayaron la negligencia del primer punto: política, gobierno y cómo rechazar estrategias de ambos, en calidad de cuestionamientos a medidas descabelladas para originar semejante “ chisme”. 3) Ya muerto el niño, el pozo se quiere tapar.
Por un lado, ya se ven menos y menos tapabocas entre la población de México. No es el caso del DF en su totalidad, pero el choque inicial se está desvaneciendo, casi a tiempo con una aparente estabilidad, en realidad más peligrosa que el brote inicial. ¿Qué está pasando? La respuesta está dada y es temible.
1) Si los niveles de educación primaria y secundaria han dado mucho de que hablar en sesiones maratónicas de la cámara de diputados, bueno, ahora con el brote de influenza, las nociones más básicas y elementales de biología están ni para producir lágrimas de angustia. Apenas y existen. Ya se habla de ínfimos presupuestos en el Sector Salud, además de la atención a enfermos, ¿será que no entendemos las más elementales necesidades del organismo humano desde la primaria, cosa que se extiende a la esfera de la toma de decisiones? En esa línea de ideas, ¿para qué pensar en apoyar una infraestructura sanitaria, si no se entiende para qué sirve?
2) Aunque lo parezca, la política no es todo. Prueba de ello es que muchos políticos no dieron luces de su existencia durante la crisis. También ellos se pueden enfermar. El virus sirvió para demostrar que las criaturas más elementales de la naturaleza pueden barrer por completo el postulado más convincente. Rara vez resulta posible resolver el contexto universal de la realidad, menos aun de la naturaleza, mediante medidas, estrategias ni mecanismos de corte político.
3) Ante el desconocimiento de una y la más razonable incapacidad de la segunda, por verdadero desplazamiento de la primera: ¿qué sigue? La demagogia está de más. Bienvenida sea la información.
En estos momentos, las simulaciones efectuadas en el Colegio Imperial de Londres y la Universidad de Edinburgo respecto al comportamiento del virus, además de su dispersión, indican que tiene un índice de transmisión muy similar al de la gripe común, cosa que ya es bastante alentadora. Las malas noticias son, hasta ahora, que la misma mecánica se presentó durante el brote de influenza en 1918: un periodo breve, sin mucho alcance, hasta elevarse al nivel de pandemia poco tiempo después. En otras palabras, la calma actual puede ser pasajera.
Si se dirige a http://www.plosmedicine.org/home.action , en Featured research, los videos S1, S2, S3 y S4, presentan las posibles dispersiones del virus a nivel internacional y el tratamiento médico manejado en cada una.